Punta del Este y una temporada baja en pleno verano

30 de diciembre de 2020

Casi no hay turistas extranjeros y las playas están vacías. Las fronteras seguirán cerradas hasta el 10 de enero.

El mundo continúa patas para arriba a causa del coronavirus y en Punta del Este se nota más que en ningún lugar. Es una temporada atípica, con fronteras cerradas hasta el 10 de enero, calles vacías, playas desiertas y un turismo casi exclusivo para los uruguayos.

Hoy, un argentino en esta ciudad que se tiñe de celeste y blanco en todos los veranos, es más extranjero que nunca. Se nota desde escuchar las tonadas en las calles hasta en las patentes de los autos.

Punta del Este vive un verano distinto, que se especulaba por las medidas de restricción, pero que impacta al verlo: edificios con mayoría de luces apagadas o persianas bajas, calles sin tránsito, estaciones de servicio sin autos esperando y playas con espacios amplios para todos, salvo puntos excepcionales.

El porcentaje de patentes argentinas, que generalmente son mayoría en el verano, hoy es casi nulo. Yendo desde el aeropuerto de Laguna del Sauce hasta el centro, unos 20 kilómetros, con atención, no se observan más de 10 chapas en los caminos o en los estacionamientos de las playas. Comparado con valores históricos y habituales, es nada.

No se escucha el portugués de los brasileños ni el guaraní de los paraguayos, casi nada el "che" de los argentinos. En Punta del Este hay mayoría de uruguayos, por lejos.

Se ven imágenes inéditas a esta altura del año, dignas de temporada baja. La Gorlero, calle principal del centro, está semivacía. Una caminata por el puerto, en la punta, certifica las estadísticas de una temporada de fronteras cerradas, incluso para propietarios argentinos de inmuebles: bares con poco público y veredas sin aglomeración.

¿La actividad en el puerto? "De 120 embarcaciones habituales que salen por día, hoy tenemos como máximo 40, todos de Montevideo", explicaron y agregaron que hay alguna embarcación argentina haciendo cuarentena hasta salir a tierra. Porque en Uruguay, quienes pudieron ingresar deben hacer una cuarentena de 14 días o si no, una de siete y examen de PCR (mínimo 107 dólares por cabeza) para evitar riesgos de contagios.

¿Tapabocas? Muchos no lo usan por estar al aire libre, mismo en las playas se ven pocos, más allá del temor del gobierno uruguayo por cómo creció la pandemia.

Como las fronteras se clausuraron el 21 de diciembre y antes para ingresar se pedía un permiso especial, que requería de muchos trámites y obligaciones, muchos decidieron cambiar el horizonte de las vacaciones y apuntar para otro lado.

Uruguay cerró fronteras firmemente y se nota, no es pour la galerie. Por ahora es estricto con la decisión, pese a las consecuencias económicas de muchos que viven del turismo y que esperan este momento para surfear el año.

El departamento de Maldonado (desde Piriápolis hasta José Ignacio) tiene una población estable de 180.000 habitantes durante el año y la cifra suele duplicarse cuando llega el verano, según explica el director de Turismo de Maldonado, Martín Laventure.

Habrá que ver hasta dónde se sobrelleva con el turismo interno, sumado a los uruguayos que llegaron del exterior. Punta del Este sigue mostrando su perfil de balneario especial, tan glamoroso con sus construcciones y su geografía como increíblemente tranquilo para esta altura del año. Y menos argentina que nunca. 

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