El Chorro tiene una geografía ideal, diseñada por la naturaleza como un anfiteatro con vista al mar; muchas celebrities que buscan el bajo perfil eligen esta zona.
Se ubica a 14 km. de Punta del Este hacia el este, luego de La Barra y Manantiales y antes del Brio. Buenos Aires, La Juanita y José Ignacio.
Separada de Punta Piedras por la Ruta 10, se trata de una urbanización concebida en círculos con centro en una plaza junto a la ruta limitada al oeste por la Ruta 104 que la une con la ciudad de San Carlos.
Es una zona en altura con mucho espacio verde y construcciones de casas de porte mediano destacándose sus vistas del océano hacia el este y sur.
Cuenta la leyenda que un grupo de pescadores uruguayos descubrió hace tiempo, en lo alto de las lomadas de arena y pastizales que adornaban por entonces el paisaje virgen más al este de Punta del Este, un chorro de agua que surgía incesante de la tierra. Un manantial, diríamos, pero ellos prefirieron usar esa palabra más coloquial: El Chorro. Así bautizaron esa zona los primeros pobladores, en general provenientes de San Carlos y Maldonado en busca de soledad y aventura, además de buena pesca.
Poco a poco, la voz se corrió. Ese lugar demostró muchas virtudes: la vertiente de agua pura, una laguna natural a pocos metros, y el terreno con una geografía ideal, escalonada, diseñada por la naturaleza como un anfiteatro con vista al mar. Hubo un visionario que asentó una de las primeras piedras: Eduardo Costantini.
El empresario vio en la playa El Chorro todas sus posibilidades de explotación e instaló su casa de veraneo ahí cuando era apenas un pueblo de pescadores. Con el tiempo, se convirtió en uno de los barrios más coquetos de Punta del Este, escondido de la mirada de los curiosos. Cuando uno pasa por la ruta 10, pareciera que luego de cruzar la 104, perpendicular al mar, sólo hay un puñado de casas sobre la arena y luego el extenso campo que hay que atravesar para llegar a José Ignacio. Pero doblando por uno de los caminos de tierra, todo un barrio se levanta y tiene vida propia.
Sólo hay casas y se ajustan a la estricta legislación que rige para evitar que grandes edificios condicionen la vista privilegiada del horizonte azul a algún vecino. Las casas de El Chorro son muy características y se distinguen de las de Punta Piedras, el barrio que está a la vera del mar, por sus colores. En Punta Piedras, las paredes son grises, brillan las piedras lajas y los cercos de madera, mientras que en El Chorro, la mayoría de los dueños eligió un color estridente para su casa: rojo, naranja, verde claro y oscuro, azul intenso, fucsia y bordó.
Si bien El Chorro fue el primer nombre que se le dio a Manantiales, que es en donde está la vertiente, hoy la zona se divide en varios barrios y son identificados por los lugareños como El Chorro, La Bota, Punta Piedras y Balneario Buenos Aires. "Llegué hace 17 años, desde Colonia, y amo este lugar, acá se respira otro aire y la gente es muy tranquila, muy amable", cuenta Horacio Pereyra, Horacito, el dueño del kiosco y almacén más famoso de la zona. Famoso porque es un punto de referencia. "Antes/después del kiosco de El Chorro", es sin dudas un mojón para los veraneantes.
"Elijo este barrio desde hace muchos años porque es muy tranquilo, muy uruguayo. Acá los primeros en instalar sus casas de veraneo fueron personas de San Carlos y de Maldonado. Se puede ir caminando a la playa, y si queremos ir a buscar un poco más de urbanización estamos muy cerca de Manantiales, donde la oferta gastronómica y de arte es muy fuerte", dice Gabriela, de zona norte, Buenos Aires, que llegó para pasar las fiestas con toda su familia y se quedará hasta febrero.
Si bien es un barrio principalmente familiar, son muchos los grupos de amigos de entre 30 y 40 años que eligen este barrio para sus vacaciones. "La zona es muy tranquila y estamos a mano para salir por La Barra o José Ignacio", cuenta Martín, de Pilar, que eligió un coqueto chalet para pasar las fiestas con sus amigos, lo suficientemente espacioso, con jardín y parrilla, para poder organizar asados y reuniones allí. "Nuestro plan ideal es llamar a todos nuestros amigos y que se vengan a El Chorro, armar un asado o picada y después quizás salir a bailar", agrega.
Los alquileres son costosos pero hay opciones más alejadas del mar que no se diferencian mucho de otras zonas. Y pese a estar oculto, es una de las áreas que gozan con la mayor ocupación por estos días. Según la inmobiliaria Contacto, tienen un 90% de ocupación en temporada alta.
La zona se está instalando también como polo gastronómico alternativo. El bar Elmo, una especie de speakeasy al que resulta imposible llegar sin referencias precisas, es uno de los más concurridos por los veraneantes de El Chorro. Muy cerca están La Huerta, El Abrazo, El Camino y otros restaurantes que gozan de reservas a pleno.
Por El Chorro se suele ver a muchas celebrities argentinas que buscan un bajo perfil y disfrutar de la playa lejos del ruido de Manantiales y La Barra: Adrián Suar y Griselda Siciliani, los Costantini, Cecilia Züberbhuler y la it-girl Sofía Sánchez Barrenechea suelen verse en las callecitas diagramadas en semicírculo que caracterizan este lugar casi escondido.