Pagaron hasta u$s 3 millones por un departamento en la lujosa torre y ahora debieron armar un “comité de dueños” para retomar la construcción abandonada. Sueñan con estrenar sus unidades en el verano esteño 2022.
Cuando empezaba a convertirse en un verdadero elefante blanco en la rambla de playa brava, la Trump Tower Punta del Este vuelve a mover el mundo del real estate. Al menos metafóricamente ya se prepara la maquinaria para retomar la obra, un avance que proyecta lograr más de un centenar de propietarios que con un intrincado acuerdo con la desarrolladora, la marca y acreedores aspiran a conseguir los más de u$s 30 millones que faltan para terminar la lujosa torre estancada desde la primavera pasada.
En el edificio todavía están las fotos de cuando hace sólo 7 años, Ivanka y Eric Trump, dos de los hijos del presidente de Estados Unidos, presentaron el lujoso proyecto que demandaría una inversión de más de u$s 100 millones.
Se preveía la inauguración plena en el verano 2018 pero una suma de impericias, exenciones impositivas que no salieron, el pago de altas comisiones de todo tipo, un terreno con fuerte incidencia en el valor del proyecto, el default de la constructora y largos financiamientos de una parte importante de las unidades llevaron a la debacle al proyecto que finalmente en octubre pasado se paralizó.
Un mes después se inició “el plan retorno”, que comenzó con conversaciones que motivaron los propios inversores y en enero, mientras muchos propietarios pasaban el verano en Punta del Este empezaron en ese mismo balneario las reuniones con el firme interés de reflotar el proyecto que ya estaba vendido en un 80%.
El escenario era, y continúa siendo, muy complejo. La constructora el frente del proyecto entró en default con el incumplimiento de unos títulos emitidos en Nueva York, una consecuencia que adjudican a la crisis económica argentina y una exención impositiva que no salió.
El fee por la marca Trump continúa pagándose. Según se calculó el año pasado cuando Eric Trump visitó otra vez el emprendimiento, solo por prestar el nombre su empresa cobraría regalías de 3% a 5%, lo que equivaldría a cerca de u$s 2,5 millones. Más allá del lujo y alto valor del edificio, es el símbolo que la hace única en la región y por lo tanto con potencial para competir con otros desarrollos premium.
Hoy hay inversores enojados, proveedores esperando cobrar, comisiones de inmobiliarias adeudadas, tenedores de los bonos con dudas sobre la renegociación y ocho personas intentando sacar adelante el proyecto, cuatro argentinos y cuatro uruguayos propietarios, que formaron un comité de conducción.
Jorge Garber es uno de ellos, que además de ser un comprador argentino es presidente de la Cámara Tucumana de la Construcción por lo que al ser “del palo” se le confió la voz cantante en este comité.
El convenio, con firma inminente según explicó Garber, ya que cuenta con un apoyo casi total de los inversores, incluye un fondo que financiará las obras restantes. El capital provendrá, según explican los representantes, de tres fuentes.
La primera es de aquellos propietarios que originalmente terminarían de pagar sus unidades contra entrega de sus unidades, que ahora adelantarán los fondos. La segunda, de la venta de las unidades restantes, cerca del 20% del total de los departamentos. Y finalmente se destinará a pagar los bonos defaulteados y renegociados, el aporte de aquellos propietarios que compraron sus inmuebles financiados a 10 años y que están en pleno plan de pagos.
Garber se entusiasma con comenzar la obra en agosto para que luego de cerca de un año de construcción sea entregada a los propietarios para ocupar. Hoy hay un 65% construido que corresponde a departamentos. El monto necesario para terminar esa parte son unos u$s 30 millones.
De las áreas comunes apenas se hizo un 30%. Se trata de un espacio de 12.000 metros cuadrados que los desarrolladores ven como un edificio en sí mismo, y en dimensiones lo es.
Entre los servicios que se promocionan para la torre está incluido un servicios de conserje durante las 24 horas, piscina exterior climatizada, dos cines privados, cancha de tenis cubierta reglamentaria con control de clima inteligente, helipuerto y un salón de habanos, entre otros.
El 60% de los 120 compradores de la torre son argentinos y el resto se divide entre uruguayos, brasileños y algunos pocos europeos y estadounidenses.
Quienes conocen los pormenores de la obra cuentan que fue Bernardo Dujovne -socio del estudio Dujovne-Hirsch, padre del ex ministro de Hacienda de Mauricio Macri y un allegado a la familia Trump- quien trazó los planos del desarrollo convocado por Moisés Yellati, socio de YY Development, a cargo del proyecto.
Esta semana, y en plena pandemia, se ultiman los detalles con todos los abogados intervinientes para firmar el convenio y así para trazar una nueva ruta para que este cilindro de 25 pisos sea finalmente terminado.