La fórmula para continuar la obra fue alcanzada por un grupo de promitentes compradores que tiene como objetivo entregar las unidades dentro de un año y medio, para luego continuar con los amenities. En estos momentos se está desarmando una vieja grúa y reacondicionando el obrador.
El grupo de promitentes compradores está liderado por el reconocido ingeniero civil argentino, Jorge Garber, según adelanta el diario Correo de Punta del Este, que trata no solo de saldar y liquidar los pasivos financieros generados por los iniciales accionistas, sino también hacerse cargo de concluir la obra.
Garber confirmó al citado matutino de Maldonado, que el fondo se hizo cargo de la continuación de la construcción de la torre Trump, a partir de un cronograma de actividades que permitan, en un año y medio, finalmente entregar las unidades a sus compradores.
Para una segunda etapa, está prevista la terminación de los amenities que, en este caso, representan más de 8.000 metros cuadrados de superficie, incluidos un helipuerto en la azotea, una lujosa cancha de tenis en uno de sus subsuelos, además de espacios de recreación en distintos lugares del edificio.
Este miércoles, según consignó Correo de Punta del Este y verificó MaldonadoNoticias, una firma especializada inició el desarme de una antigua grúa que no se encuentra operativa desde hace varios años y denota los efectos por estar expuesta al accionar de los vientos costeros y el salitre.
Se estima que la semana próxima y en forma paulatina estén recomenzando las obras de construcción que ya tienen un avance muy importante. Las negociaciones también incluyeron a los integrantes de la familia Trump quienes acordaron diferir el pago de un monto adeudado por el uso de la marca.
La negociación también incluyó la devolución del hotel El Campanario que fue adquirido por los directores de Faroy SA contra la entrega de cinco apartamentos de la Trump Tower. En las últimas semanas, además, fueron vendidas varias unidades que salieron al mercado a precios atractivos.
Se detuvo
La construcción de la Trump Trump se detuvo en 2019 generando diversos problemas, incluso con los últimos 40 trabajadores que se encontraban en seguro de paro y fueron despedidos. Retornarían a la obra el 1° de diciembre de ese mismo año, pero en octubre se anunció la paralización total.
La empresa Faroy S.A., a cargo del proyecto, había planteado hacer una pausa mientras solucionaba problemas financieros vinculados a la situación argentina y a la lenta comercialización de las unidades. Los inversores, precisamente, eran argentinos: Moisés Yelatti y Felipe Yaryura, éste último fallecido en agosto de 2018.
El matutino The New York Times, el 2 de junio de 2019 sostenía en un informe que, la torre “cilíndrica” de Punta del Este se estaba convirtiendo en “la más reciente debacle de la extensa cartera de propiedades de la Organización Trump”, un negocio encarado con una firma inmobiliaria argentina.
Señalaba que “la construcción avanza a duras penas, en parte debido a que actualmente menos de un cuarto de los trabajadores necesarios están trabajando”, y porque, “la agencia inmobiliaria con sede en Miami que está a cargo de la venta de los condominios demandó al desarrollador local de Trump”.
Según el informe del prestigioso matutino norteamericano, “algunos compradores ahora están buscando vender sus unidades, lo cual posiblemente haría que los precios bajen justo cuando el proyecto necesita captar efectivo mediante la venta de nuevas unidades”.
También recordaba que, como sucedía con otros desarrollos internacionales, la Organización Trump no estaba construyendo la torre de Punta del Este, “más bien otorgó la licencia de uso del nombre ´Trump´ a cambio de quedarse con una comisión de la venta de unidades”.
A comienzos del año 2019, Eric Trump, hijo del ex presidente de Estados Unidos, estuvo algunos días en Uruguay y particularmente en Punta del Este, donde visitó la torre, participó en algunos eventos y anunció que para fines de aquel mismo año el millonario emprendimiento estaría culminado.
Estuvo acompañado por Moisés Yellati, socio argentino de YY Development Group, y Juan José Cugliandolo, director ejecutivo de la desarrolladora. Junto al equipo de arquitectos, el empresario recorrió las obras anunciando que, de acuerdo con el avance, culminarían a lo largo de aquel mismo año.
Sin embargo, en noviembre se confirmó que solo fue una acción de marketing en procura de soluciones a problemas financieros que, se arrastraban desde hacía algunos años. Incluso, se ordenó cerrar el showroom y el único trabajador que oficiaba de “cuidador” o “sereno” también quedó desafectado.
Gran parte de la estructura interior de la torre quedó “cruda” y habría trabajos de finalización en yeso solamente en los primeros pisos. Además, el cerramiento que siempre se observó, abarca solamente el frente de la torre para mostrar una imagen que no revelara la realidad.
La parte posterior, solo tiene cerramiento exterior de vidrio hasta el piso 16, por lo cual distintos sectores muestran los efectos propios de aquellas estructuras expuestas al salitre; varios ascensores de servicio, aún se encuentran en los fondos de la obra sin haber sido sacados de grandes cajas.
La obra se inició en el año 2014 y se preveía que culminara en 2016. Sin embargo casi 4 años después de la fecha prevista, por sucesivos retrasos el proceso fue muy lento y el avance por momentos imperceptible. Finalmente se sumó la detención de 2019, y ahora la prosecución dos años después.