Carlos Baute intenta encontrar un elemento positivo del que aferrarse. Y ahí está: justo en su familia. En pleno caos y conteo de fallecidos diarios que, asegura, era “desquiciante”, el cantante y su pandilla dejaron Madrid y se refugiaron en Letonia. Ahí, en el campo, donde vive la familia de su esposa Astrid Klisans y donde las mascarillas prácticamente no se veían, pudo ver cómo su hija más chica daba sus primeros pasos y escuchó cómo balbuceaba sus primeras palabras.
Fue el tipo de momentos que con sus otros hijos, y por lo que implica la vida en gira, no había podido atesorar.
“La pandemia me hizo arraigarme muchísimo a mi familia”, confiesa en charla con El País. “Ahora voy a estar tres semanas fuera de casa; en mayo voy a Ecuador y otros países, y en junio y julio tengo una gira super fuerte por España. O sea que voy a estar meses fuera de casa. Pero voy y vengo, porque si no me muero. Ya lo he hablado con mi gente de trabajo: ‘Señores, yo necesito volver a mi casa y necesito alimentarme, y mi recarga de baterías es ahí, en casa’. Pero esos tours de seis, ocho meses que hacía antes, era mi época de soltero. Ahorita ya no”.
Uno de esos períodos lejos de casa es el que transita ahora. Este jueves a las 21.00, Baute volverá a actuar en Uruguay y se presentará en Enjoy Punta del Este, con sus éxitos bailables como “Quién es ese”, “Ando buscando” o “El chisme”, y sus clásicos de siempre, “Colgando en tus manos” incluido. Hay entradas en Redtickets.
Convencido de que en este momento la gente solo quiere y necesita disfrutar, modificó su show para priorizar la celebración. “A las baladitas que a la gente le gustan las he metido en otro lugar, y he quitado muchísimas. Y he metido las que más tienen fiesta. Pero tal cual, ¿eh? Porque la gente quiere fiesta, quiere bailar, quiere otro rollo, entonces vamos a que sea un concierto súper alegre, y las baladas las tengo para un momento acústico”.
Entrevista a Carlos Baute:
—Tu historia con Uruguay ya lleva varios años y te habrá dejado momentos diversos. Pero en 2021, a ese vínculo le agregaste el componente Natalia Oreiro, con quien compartiste los Premios Platino y generaste una amistad.
-Tal cual. Hermosa. Muy buena amiga y buena gente. Y muy profesional.
—¿Tenés previsto hacer algo con ella cuando llegues al país?
—Justo hoy le llamé, a ver si está en esas fechas. Sé que está en La Voz, que estuve a punto de ir pero no coincidimos. Yo hablé con ella, se puso a la orden y justo le mandé ahorita un mensaje. “Reina, voy a estar el 14 de abril, si quieres cantar y estás por allí, hacemos la canción que tú quieras”, ese fue el mensaje que le dejé. No sé si va a estar; si está, te aseguro que me dice que sí porque es súper bondadosa.
—Y cuando pensás en Uruguay, en las primeras veces que viniste, ¿qué se te viene a la cabeza?
—Qué país tan hermoso. Me encanta, Uruguay es un país como para retirarse, ¿eh? Te lo juro. Y fíjate las casualidades de la vida: mi cuñado tiene a su chica que es uruguaya, y la familia es uruguaya. Entonces imagínate el vínculo, que ahora es súper mayor porque tenemos familia uruguaya. Entonces seguro que vamos a tener planes de estadías allí; me encantaría traer a mis hijos, a la familia. Eso está en un futuro muy cercano. Ahora, retirarme eso todavía no lo veo, ¡imagínate! Sí te digo que me encanta Europa, pero obviamente que soy latino, venezolano, y esto siempre tira mucho.
—¿Qué implica, cuando te convertís en un ciudadano del mundo, ser venezolano? ¿Qué sentís que Tenés que llevar de tu tierra siempre contigo?
—Bueno, que sepan que somos una gente alegre y cariñosa, que no es solo lo que se vende del país. Porque sí hay mucha corrupción, pero yo trabajo con muchos venezolanos que son maravillosos, gente trabajadora, que lo da todo por su familia. Pero bueno, tenemos una imagen por la parte política muy negativa. Así que mi misión sin dudas es, primero, llevar el acento; llevo 23 años fuera de Venezuela y sigue mi acento muy presente. Y luego transmitir esa alegría, esa bondad y ese cariño que tenemos. Somos gente muy cercana y honesta. También hay venezolanos honestos.
—Esta impronta alegre y festiva tiene que ver con la identidad, con el momento social en el que te toca salir a cantar, pero también con un giro que ha tenido tu carrera, que te ha acercado mucho más al pop urbano y al baile, las coreografías. ¿Cómo definís este momento de tu música y sonido?
—La verdad es que me encanta bailar. Uno de mis ídolos siempre ha sido Chayanne, desde pequeño, porque cuando estuve en el grupo Los Chamos era obligatorio bailar. Y siempre que veía a grupos o artistas que bailaban me gustaba mucho, y a Chayanne siempre lo admiré por eso. Yo soy más de canciones medios tiempos y uptempo que baladas, y estoy feliz con este momento que estoy viviendo. He hecho una mezcla con la base urbana, pero siguen siendo mis canciones de toda la vida. Lo único es que sigo componiendo con la guitarra, pero ahora hago preproducciones con la computadora y pongo bases urbanas, entonces quieras o no la manera de componer es diferente. Pero si no tengo la guitarra, para mi es complicado. Necesito acordes y la guitarra es la musa.