A la delegación llegan más de 100 consultas por día. El principal motivo es que la situación epidemiológica allí está controlada.
La pandemia, las restricciones sanitarias y la consecuente depresión económica están provocando que muchos rosarinos se planteen cambiar de aire. En el Consulado de Uruguay en Rosario se triplicó la cantidad de personas que averiguan para hacer la residencia. La delegación recibe más de 100 consultas por día entre mails y llamadas y hay una larga lista de interesados.
El trámite es gratuito. Se necesita partida de nacimiento, legalizada y apostillada, antecedentes penales y certificado de domicilio. En Uruguay se termina el trámite con la resolución de las vacunas obligatorias. Primero hay una etapa online con la carga de los documentos. Luego le sigue una instancia presencial donde se les toma las huellas dactilares, con estrictas medidas sanitarias.
Pero en el marco de la limitación de muchas actividades, los tiempos del proceso se extienden por diferentes factores, incluida la falta de recursos humanos. Hay dificultades por el número de personas operativas, y porque todas las oficinas públicas donde la gente debe conseguir su documentación están cerradas. La sede cuenta con muy poco personal, y la mayoría trabaja de modo remoto.
El principal motivo por el que la gente se quiere ir a Uruguay, apuntan fuentes calificadas, es porque la situación epidemiológica es superadora. El virus está controlado, hubo menos de 50 victimas fatales, las actividades son casi normales con los protocolos correspondientes y con un alto grado de respeto del ciudadano. Hay actividades que son híbridas, por ejemplo las clases, que se dictan con instancias presenciales y también virtuales.
“Hay muchos rosarinos que tienen el deseo de trasladarse a vivir a Uruguay. De toda esa gente, menos de la mitad va a tener la posibilidad de conseguir trabajo y quedarse a vivir. El resto lo hará provisoriamente hasta que esto mejore y luego va a ir y venir, teniendo una actividad en los dos lugares sin necesidad de instalarse, por ejemplo las empresas informáticas o de producción agropecuaria”, describe Ricardo Terán, responsable de prensa del Ministerio de Turismo de Uruguay en Argentina.
La residencia legal, explicó el también representante de La Capital en Uruguay, la puede tener cualquier ser humano de cualquier país del Mercosur. Se trata de quienes pueden cruzar la frontera. En cambio, la residencia fiscal es “me voy del país en el que estoy, no tributo y tengo que justificar que vivo en el otro. Y se cruza la información para chequear. El residente fiscal se va a quedar. El legal puede llegar a volver”, cuenta. Según datos oficiales de la Afip, solo se produjeron 500 mudanzas fiscales desde Argentina durante 2020.
Por ello, Terán le bajó el tono al fenómeno. “Más de 250 mil uruguayos viven en Argentina. Que se hayan ido 25 o 30 mil argentinos a sus casas en Uruguay, no es un éxodo. Es la consecuencia del turismo residencial producto del boom inmobiliario que se produjo en 2010”, consideró. Todos ellos tuvieron que sacar permisos muy fuertes y hacer una cuarentena. “Hay un flujo, pero no es de turismo. Hay reunificación familiar, cuestiones de trabajo, empresariales o judiciales. El Buquebus sale lleno con 400 personas tres veces por semana”, graficó.
Respecto al horizonte de posibilidades para los que emigren, remarcó que “mínimamente tenés que tener una idea marcada con algún tipo de actividad para desarrollar. No recomiendo ir con una mano atras y otra adelante a ninguna parte del mundo, y Uruguay no es la excepción”, dijo. Y completó: “Si tenés una propuesta para algún desarrollo laboral, hoy Uruguay te invita a vivir en una realidad diferente a la de acá, que sin dudas es coyuntural y va a pasar. Cuando la pandemia afloje, habrá que ver qué es lo que queda en el tamiz, porque el desarraigo es duro. Me remito a las pruebas: en 2001 se fue mucha gente a Europa y volvió un montón”.
En su opinión, las ganas de irse del país provienen de que “hay un desánimo muy grande, con gente muy encerrada que ve que en un lugar cercano y donde somos muy parecidos en la cultura, costumbres y forma de ser, se vive casi normal”. Pero marcó que “parte del triunfo que tienen ante el Covid es el civismo y la educación uruguaya. No tiene que ver con la política, sino con los pueblos y la idiosincracia de las personas. Cuando en Uruguay te dicen que tenés que quedarte en casa, la gente va a trabajar y vuelve”.
El verano que se viene bajo la pandemia
Hay muchos rosarinos que suelen viajar a Uruguay. Como todos los años, los uruguayos necesitan del turismo, pero Argentina tiene muchísimos casos, y la temporada de verano pinta difícil. La esperanza es que se normalice la situación sanitaria y se vuelva a la normalidad, pero hoy no está permitido el ingreso para turismo. Solo para extranjeros con residencia legal o fiscal, cuarentena y doble hisopado mediante. También hay casos familiares, por cuestiones laborales o judiciales, entre otras. Muchos argentinos están entrando de esta forma.
En ese sentido, las autoridades orientales están estudiando un plan llamado “Turismo sano”. Se trata de un protocolo escrito, con la realización de un PCR 72 horas antes de viajar, que obliga a quedarse una semana en un hotel, hacerse otro test y ahí recién poder salir con un seguro médico. Al que probablemente le convenga, es al que ya tiene casa en el país vecino.
Uruguay siempre fue buscado por los rosarinos a la hora de irse de vacaciones. Entre 2016 y 2018 se incrementó un 123 por ciento la cantidad de santafesinos que viajan.