Según análisis de los registros de la DGI uruguaya, cada vez más argentinos pagan el Impuesto al Patrimonio de las Personas Físicas (IPPF)
Para las estadísticas, los pobres están claramente estimados: el monto de dinero necesario para adquirir ciertos bienes y servicios básicos pasa raya entre aquellos que caen dentro de esa categoría y los que no.
Al menos en el Uruguay, en el extremo superior de su pirámide socioeconómica la realidad es más difusa porque se carece de una delimitación precisa. Cuánta plata hay que poseer para ser “rico” resulta, por tanto, discutible.
Una aproximación al concepto de riqueza material está dada por el Impuesto al Patrimonio de las Personas Físicas (IPPF) que grava la posesión de cierto nivel de patrimonio por parte de individuos, familias o sucesiones aún sin herederos declarados, similar al tributo sobre los bienes personales de Argentina.
Según registros de la Dirección General Impositiva (DGI) uruguaya publicados la semana pasada por la revista Búsqueda, la cantidad de contribuyentes aumentó todos los años desde el 2013 (8.715), salvo en 2019 y 2020, y fueron 9.917 en 2021.
El piso a partir del cual se debe tributar el IPPF es relativamente bajo: el mínimo no imponible para 2021 fueron 5.303.000 pesos uruguayos, es decir unos US$ 130.000 al valor actual del dólar en la plaza financiera oriental. El monto se duplica para los núcleos familiares.
Ese tributo “a los ricos” o “a las fortunas” alcanza tanto a nacionales como extranjeros que tengan activos gravados en Uruguay.
Si bien las nacionalidades de los contribuyentes no están discriminadas en las estadísticas entregadas por la DGI, desde un estudio de asesoramiento fiscal montevideano aseguraron que, en años recientes aumentó el número de argentinos que empezaron a pagarlo, muchos de ellos luego de tramitar su residencia fiscal en territorio oriental.
• Algunos ya tenían casa o apartamentos, otros se radicaron durante la pandemia -que en Uruguay se vivió bajo un esquema de “libertad responsable”- y optaron por “blanquear” su riqueza para empezar una “historia nueva”, sin problemas frente a la oficina recaudadora uruguaya, comentó un contador.
Se consideran activos gravados el dinero en efectivo o depositado en el banco, vehículos, embarcaciones o aviones, así como inmuebles urbanos (computados por la mitad de su valor si es donde se habita) y rurales sin explotación agropecuaria, entre otros bienes.
Al patrimonio fiscal resultante se le aplican tasas progresivas de entre 0,7% y 1,5% para aquellos no residentes en el país que desestimen la opción de tributar el Impuesto a la Renta de los No Residentes, y de 0,1% a 0,4% para los demás contribuyentes.
El aporte a la caja del Estado del IPPF es relativamente modesto, de unos US$ 13,3 millones el año pasado (0,001% de la recaudación global de la DGI).
“Ricos” ríoplatenses
Algunos uruguayos devenidos en multimillonarios recientemente, tras convertirse la fintech dLocal en “unicornio”, son Sergio Fogel y Andrés Bzurovski, que compartieron la posición 1.929 del último ranking de la revista Forbes.
En el libro “El club de los millones. Ser rico en Uruguay”, publicado en 2015 por el investigador y actual director de Turismo del Gobierno de Montevideo, Fernando Amado, algunos empresarios entrevistados compararon fortunas y actitudes de los “ricos” ríoplatenses.
Hebert Sobrero, que está en el negocio automotor, sostuvo que una persona que tiene “de US$ 15 a US$ 20 millones, acá en Uruguay, es rico. En Argentina tiene que tener de US$ 100 para arriba y en Brasil más de US$ 500. Acá usted se da cuenta cuando va al aeropuerto de Laguna del Sauce (cerca del balneario Punta del Este) y ve los aviones. Los aviones que paran adelante son de US$ 40 y US$ 50 millones. Todos brasileños. Lo que para atrás son de un palo verde, US$ 800.000….Son bicicletas”.
Varios coincidieron en que, a diferencia de lo que pasa en otros países, la riqueza suele no ser ostentada por los uruguayos de alto nivel económico.
El empresario Juan Carlos López Mena, dueño de la naviera Buquebus, citó al respecto una explicación que le dio el dos veces presidente del país Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000): los uruguayos tienen la “cultura de los catalanes y los genoveses. No mostrar (…) Mirás a los argentinos y tienen la influencia de Roma: les gusta mostrar”.
Un argentino que habló por estos días de su riqueza personal, parte de la cual la tiene en Uruguay, es el empresario de medios de comunicación y dirigente sindical Marcelo Balcedo, quien cumple prisión domiciliaria por lavado de activos, contrabando y tráfico de armas en su chacra El Gran Chaparral, en el esteño departamento (provincia) de Maldonado: aseguró poseer un patrimonio de “casi US$ 40 millones”.
“Yo hace más de 30 años que soy empresario. Entonces, cuando vos sos empresario tenés plata de todo tipo. Plata que declarás y plata que no declarás, como tienen todos los empresarios. El que diga que declara hasta el último peso, te está mintiendo. Durante todos los años que vine (a Uruguay) me la fui trayendo. Yo no la quería meter en el sistema porque era plata no declarada”, contó en una entrevista con El Observador de Montevideo publicada el sábado 4.
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• Fuente: El Economista
• Nota original completa:
https://eleconomista.com.ar/internacional/los-argentinos-abultan-cantidad-ricos-uruguay-n53913